Tendencias del coronavirus
El mundo está en pánico por el nuevo coronavirus. Todavía es difícil decir cuáles serán las consecuencias de la pandemia global, pero no hay duda de que el planeta cambiará y el comportamiento humano también. En relación con la nueva realidad, una de las principales cazadoras de tendencias de la historia moderna, Lee Edelkoort (Países Bajos), hizo su pronóstico y concedió una entrevista a la revista Dezeen.
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Considera que la epidemia del coronavirus supone un buen cambio tanto para las marcas como para las personas. Las primeras tendrán que buscar soluciones innovadoras para mantenerse a flote, y las segundas, reducir el ritmo de vida y el nivel de consumo.
Edelkoort cree que la epidemia tiene sus ventajas: el aislamiento forzado permitirá a la gente reducir el ritmo de vida y la producción. Por lo tanto, la influencia del coronavirus será multidimensional y compleja: desde la incredulidad universal y la ausencia de garantías sociales hasta la aceptación gradual de cómo el virus afecta nuestras vidas; desde la terrible conciencia de los posibles escenarios hasta la autodeterminación en la sociedad.
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Quienes tengan previsto celebrar actos públicos en los próximos meses tendrán que buscar formas nuevas e innovadoras de transmitir información. Por ejemplo, podrán estudiar en línea, trabajar a distancia y realizar la mayoría de las compras a través de Internet.
“Lo siento por las familias de las personas que ya han entregado su vida a esta nueva enfermedad. Esperemos que no hayan muerto en vano, ya que el mundo se esforzará por restaurar la dignidad humana y la prosperidad”, dice Lee Edelkoort en una entrevista. “La epidemia nos obligará a cambiar nuestro ritmo, rechazar los viajes en avión, preferir trabajar desde casa, divertirnos con amigos cercanos o familiares, aprender a ser autosuficientes.
Los desfiles de moda parecen extraños e inapropiados, los anuncios de viajes parecen ridículos, los planes para el futuro son inciertos: ¿tendrán alguna importancia? Cada día cuestionamos el sistema que conocemos desde que nacimos y nos vemos obligados a considerar la posibilidad de su colapso. No podremos seguir produciendo tantos bienes y productos como estábamos acostumbrados. Nos sorprende una gran cantidad de información inútil. Los jóvenes comienzan a darse cuenta de que tener un automóvil y mucha ropa ya no es atractivo”.
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Lee también cree que la psique humana es estable, por lo que la mayoría de las personas, por alguna razón, esperan que el problema se resuelva por sí solo y siguen con sus actividades como siempre.
Por eso, una parada repentina de la producción a causa de un virus obliga a dejar la decisión en manos del destino y, en un primer momento, simplemente ralentiza el curso de los acontecimientos. “Ya hemos perdido la costumbre de hacer las cosas sin prisas, de esperar constantemente respuestas y de buscar ideas que no están a nuestro alcance. Ahora, la improvisación y la creatividad serán el mayor logro”, afirma Edelkoort.
Lee también señala que la interminable exportación de saris sintéticos a la India y de utensilios domésticos de plástico a África ha minado gravemente la economía local y ha provocado desempleo durante muchos años.
Ahora, este proceso puede suspenderse, lo que brindará nuevas oportunidades para la producción local. Las recientes imágenes del cielo de China mostraron cómo dos meses sin producción limpiaron el aire y permitieron que la gente volviera a respirar oxígeno.
Esto significa que el virus nos mostrará cómo la desaceleración o incluso la detención del crecimiento económico pueden crear un mejor medio ambiente. Si a esto le sumamos el rechazo a los vuelos en avión, los viajes de negocios y las vacaciones, el efecto debería ser significativo. “Creo que deberíamos estar muy agradecidos al virus, porque puede convertirse en la razón por la que, como especie, podamos salvarnos”, concluye Lee Edelkoort.
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